miércoles, 20 de enero de 2010

Volver a la mujer Cro-Magnon I Parte

Nota: Este escrito no es mío, es de una amiga: Cristina Díaz Díaz, que me lo prestó, porque escribe para que la lean. ¡Espero lo disfruten como yo!

Aquellos amores innecesarios, inconvenientes y que se quedan por siempre, como el tuyo, un amor de lejos del cerebro que limita con las piernas, o con un ser Neardenthal, o un Hombre de Cro-Magnon, todo habita dentro de mí cuando estás cerca y peor aún cuando te alejas de fin de los siglos de los siglos, pensaba que tenía un poema entre mis manos, listo para ser escrito, cuando sentí una canción de Rocío Durcal, no tengo ni idea de las letras ni de los ritmos, pero soy conciente en este preciso momento que nada se parece más a lo que siento.

Imaginaba comportamientos obscenos de las parejas en los parques, de los novios en la oscuridad, un viejito romántico con su novia de quince años, la volada de los amantes, en fin, todo pasaba rápidamente como un musical en un teatro de mala muerte en Bogotá.

Tu amor no puede ser escrito porque es vivido, es fugaz, es de piel, es de playa, de carnaval, es totalmente físico y carnal. Así que salí a comprarme un disquito y encontré la colección completa, fui feliz, encontré mi regalo de navidad. Primera canción: Me gustas mucho.







Entendí que la vida no es nada de lo que había pensado, me mataba tratando de decir cosas interesantes, cuando lo que deseaba era quitarme la ropa y que me dijeras las vulgaridades más grandes. En ese momento me encontré desgraciadamente con tu esposa en Prodiscos, obviamente absolutamente divina, con medidas 90-60-90, la mujer exitosa del siglo XIX y me cuenta que está preparada para separase, que no te aguanta, que eres un borracho, mujeriego y






suena la canción "Me nace del corazón", me imaginaba todo, estaba totalmente enamorada y pensé "así me lo recetó el médico", yo tan variable y él tan inestable, qué más le podía pedir a la vida. Pero la loquita no se callaba y seguía dándome lora, así que siguió la otra canción "No me vuelvo a enamorar", que es perfecta para ella que sólo escucha música clásica y no sabe de estos sentimientos básicos.





Así siguieron cantadas a grito herido las demás canciones en el carro, con el público de los trancones de Bogotá, en el semáforo feliz con mi repertorio y te ví pasar con camisa roja, pité, todos los taxistas, los señores de los buses me ayudaban, el policía también trataba de llamarte, pero ni modo, de lo bueno no dan tanto, no te diste cuenta del concierto. ¡Que viva Rocío, mi Rocío Durcal del trancón y de los amores de verdad, verdad!



Con todo y mi tristeza - Rocío Durcal




martes, 19 de enero de 2010

De pelea con la carrera

En un principio, este post se iba a llamar ¿para qué el Derecho?, pero en el transcurso del día descubrí que estoy como de pelea con la carrera.
Esta mañana me levanté pensando en ¿por qué había estudiado Derecho? En principio, por sugerencia de mis papás: mi papá tiene dentro un abogado frustrado y, a mi mamá le pareció una excelente idea que su hija mayor fuera abogada. A mi la idea no me disgustó (y, aunque esté de pelea con la carrera, debo admitir que no me arrepiento de la decisión tomada).
Con gran convicción (que aún mantengo) contesté en dos de las tres entrevistas (sí, en dos de tres, porque nunca quise estudiar en el Externado) que quería estudiar en esa Universidad, Derecho, porque me parecía una muy buena carrera y, con una gran variedad de ramas que me permitiría elegir después en qué campo desempeñarme. A la fecha, el campo parece estar definido: el Derecho Tributario es lo mío... claro que también me inclino un poco por el Administrativo y el Constitucional todavía es bastante tentador.
Sin embargo, esta mañana hablaba con un amigo y le decía que yo realmente no quiero vivir del Derecho, cosa que también habíamos comentado con una compañera de la oficina... que el derecho me provea de lo necesario para poderme dedicar a otras cosas, como viajar y conocer.
De las cosas que realmente me aburren de la carrera el hecho de ir a los juzgados me aburre terriblemente, eso de lidiar con el secretario que, a veces se siente el dueño del juzgado o, con la persona que atiende en la baranda con cara de ogro todo el día, amarga mi existencia. Creo que sacaré mi tarjeta profesional para trazar líneas o abrir puertas y/o ventanas si algún día olvido las llaves.
Pero, si hay algo con lo que realmente no puedo es con el título de "Doctora"..., en mi casa se dice "doctor el que estudió para médico" o, también es doctor el que hizo un doctorado y yo, ni lo uno ni lo otro... (hasta ahora) así que al dichoso término no me acostumbraré.

miércoles, 13 de enero de 2010

Definitivamente, hay que evolucionar

Hoy, gracias a @kaljua me quedó una idea "suelta" en la cabeza.

Hablábamos de que se veía cerca el fin de la vida de estudiantes, por aquello de que este año, si los planes se cumplen, habrá grado.

Sin embargo, a mí la idea de abandonar el pregrado me horroriza porque, es una nueva etapa de la vida que se cierra y, debo reconocerlo, los cambios me aterran y más si son de tal magnitud.

Él dice que esa vida de estudiantes, para nosotros no termina y, tiene razón, quedan en el tintero la especialización, la maestría, el posgrado, el doctorado, etc. Pero, estas son palabras que a mí me hacen sentir "grande" (aumento de responsabilidades) e implican el cierre de otra etapa del camino, que resulta inaplazable, así que habrá que asumirlo y evolucionar. ¡No queda de otra!, porque así es la vida

domingo, 10 de enero de 2010

In Memoriam...

Hoy, más que en otros años, he tenido presente ese domingo 11 de enero de 2004.

Eran aproximadamente las 7 de la mañana, cuando sonó el teléfono. Contestó mi mamá.

-¿Alo?

-Hola Adrianita.

-Hola madre, ¿cómo estás?

-Adrianita, veníte que tu papá está regular.

Mis papás se pusieron una sudadera y salieron corriendo para donde mis abuelitos. Yo, estaba entre dormida y despierta y me quedé entre las cobijas luego de rogarles a mis papás que nos llevaran.

Dos horas después llamó mi papá. Contestó mi hermano... mientras ellos dos hablaban, mi hermana y yo nos sentamos a su lado y, mi hermano se puso a llorar. Ambas entendimos lo que había pasado, sin embargo, la pregunta tonta salió: Sebas, ¿qué pasó?. Mi hermano no contestó, sólo lloró.

El día anterior, habíamos estado en Centro Chía, cambiando la maleta que Juancho (mi tío) le había regalado a Dani (mi hermanita) para el colegio. Volvimos a Bogotá y mi papá prefirió quedarse en la casa, entonces mi mamá le dijo: voy a ir a comprarles los uniformes a las niñas (era mi último año de colegio y el segundo de Dani) y luego voy a ir donde mi papi. No hubo lío y salimos los cuatro (mi mamá, Sebas, Dani y yo).

Luego de hacer esas vueltas de los uniformes llegamos donde el abuelito. Al vernos, lo primero que nos dijo fue ¡por fin pudieron venir!, pues desde el jueves de esa semana no íbamos y, teníamos la costumbre de ir todos los días. Esa tarde-noche no fue nada del otro mundo... estuvimos ahí con él conversando y viendo tele, estaba perfecto.

Por ser los nietos mayores, mi hermano y yo tenemos la ventaja sobre Juliana, Daniela y Manuela, de tener recuerdos del abuelito sin que estuviese todo el día conectado a un tanque de oxígeno. Tuvimos la fortuna de ir con él y María Elena (mi tía) a trabajar a Cajicá y, que para evitar que nos durmiéramos en la camioneta nos dijera, mij@, esté pendiente que más adelante hay elefantes rosados y, todo el camino, nosotros esperábamos para ver los dichosos elefantes, que nunca vimos, pero siempre nos creímos el cuento.

Otro de mis múltiples recuerdos de mi abuelito es cuando me "regañaba" por untarme la cachetina de mi abuelita. Me acuerdo que me decía "mija, las niñas no se maquillan, ya le llegará la hora".

Otro día, yo tenía una muñeca muy paliducha, para su concepto, y no tuvo inconveniente en coger el pinta labios de la abuelita y ponerle color a las mejillas... desde ahí la pobre Angelina no volvió a ser la misma.

Siempre estuvo pendiente de todos... que comiéramos bien, siempre pretendió que comiéramos más de lo mandado... "¡mija, esta muchachita tiene hambre, mirá a ver que le das!", le decía a la abuelita cada vez que me veía bostezar. A mis papás siempre les decía que me dieran aceite de hígado de bacalao porque estaba muy flaca. (De chiquita siempre fui muy flacuchenta). Que hiciéramos las tareas, que nos cambiáramos al llegar del colegio, etc., etc.. Siempre quiso lo mejor.

Recuerdo haberlo visto bravo,más de una vez, porque los borrachitos de la cuadra en donde vivían le decían a mi abuelita, "ahí va la señora bonita", o "es que ella es la señora más elegante de la cuadra", cuando ella iba o venía de donde Alicia, la señora que la ha peinado, al menos desde que yo puedo recordar.

Cuando ya dependía del oxígeno todo el día, se volvió un televidente de marca mayor. Le gustaba mucho ver las noticias, ver fútbol, el "canal español", que es como le decía, y le dice mi abuelita a TVE y, Fashion TV. Al punto que, una vez, entraron los muchachos del oxígeno a hacer el cambio de la bala y le dice uno "pero es que antes respira don Miguel, con todas esas bellezas ahí en la tv".

Hoy, más que otros días lo extraño, pero sé que donde quiera que esté, está muy bien, alegrándose de cada uno de nuestros triunfos y, pendiente de nuestras caídas y levantadas.