martes, 17 de agosto de 2010

El reencuentro

"El mundo es un pañuelo"
Mateo decidió que era hora de comenzar una nueva vida en España, darse nuevas oportunidades y dejar de lado la cobardía.
Nunca dejó de recriminarse lo de Sofía, sin embargo era hora de mirar hacia adelante.
Un día, salió a caminar por Madrid. Sintió que alguien lo seguía. Se detuvo. Volteó a mirar: era Cata. Esta vez tuvo que enfrentarla.
Hola Cata, ¿qué haces aquí?
Mateo, eres tu. No creo que pueda decir que me alegra verte.
Cata, busquemos un café y hablemos.
Si estás dispuesto a decirme la verdad,
contarme por qué huiste, acepto tu invitación.
Si no, es mejor dejarlo así.
Entraron a un buen sitio que había cerca de donde estaban.
Cata: huí porque no fui capaz de mirarte a los ojos.
Ni mirar a tus papás y decirles que Sofi se había suicidado por mi culpa.
La amaba demasiado, no te alcanzas a imaginar cuanto.
No te imaginas lo duro que ha sido lidiar con esta culpa.
¡Perdóname!, soy un imbécil.
No fui capaz de entender que ella necesitaba su tiempo,
su espacio. No quise entender sus prioridades, sus miedos.
No quería que ella sintiera que Soledad -como solía referirse a la soledad-
era su más fiel compañera.
No iba a permitir que ella fuera egoísta consigo misma.
Mateo no pudo contener más las lágrimas. Lloró amargamente. Catalina no tuvo más remedio que abrazarlo y consolarlo.
Mate, aunque esto no haya sido fácil para ninguno,
es momento de empezar a sanar las heridas y,
el mejor comienzo es decir 'te perdono' y, aunque
nuestra amistad se haya resquebrajado, cuenta conmigo.
Te quiero y, es tiempo de partir.
Después de este encuentro, Catalina y Mateo no se volvieron a ver jamás.
Mateo, vivió más tranquilo y se dio una oportunidad con alguien más

1 comentario:

n0ta_mental dijo...

Uhmmm... me quedan muchas cosas por pensar, pero el cobarde fue él por no enfrentar todos los problemas d "Sofi" (creo yo). Y segundo, la culpa de un suicidio nunca es de nadie más sino de la cobardía y la falta de fuerza de quien lo hace. Culparse es una forma de no soltar, de no olvidar y de permitir que el recuerdo atormente.